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"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

sábado, 16 de febrero de 2008

Anginas y antibióticos. Reconsideración.

En este estudio, realizado en los Países Bajos, se trató de valorar la eficacia de la penicilina administrada durante 3 o 7 días para resolver los síntomas de las anginas (inflamación de las amígdalas o de éstas y de la faringe), en niños de 4 a 15 años.

Participaron 156 niños con dolor de garganta que presentaban, al menos, 2 de los 4 criterios publicados para la amigdalitis estreptocócica (fiebre, ausencia de tos, dolor a la presión e inflamación de los ganglios cervicales anteriores, y presencia de pus amigdalar).

Se distribuyó a los pacientes al azar y a doble ciego con placebo, y se comprobó que el tratamiento con penicilina no fué más beneficioso que con placebo en lo que respecta al alivio y duración de los síntomas. Respecto a las complicaciones, hubo una en el grupo tratado durante 7 días con penicilina, dos en el grupo que recibió penicilina durante 3 días y ocho en el grupo placebo. Estos 11 niños con secuelas (9 abscesos, 1 escarlatina y 1 infección cutánea) se recuperaron de forma satisfactoria con tratamiento adecuado y sin hospitalización.

Por tanto, los autores subrayan que, en los países desarrollados, la baja incidencia de secuelas graves, la creciente resistencia a los antibióticos, el alto porcentaje de portadores infantiles de estreptococos del grupo A y la falta de un beneficio demostrado del tratamiento con penicilina plantean dudas sobre el uso sistemático de los antibióticos para el dolor de garganta en la mayoría de los niños.

Sin embargo, no abordan de modo convincente dos motivos para efectuar el tratamiento: evitar las complicaciones supuradas de la infección estreptocócica y prevenir la fiebre reumática. Si consideramos estos datos desde el punto de vista de los padres o los pacientes, el tratamiento parece ser un punto de equilibrio muy razonable para prevenir las importantes molestias y los riesgos potenciales de desarrollar un absceso (periamigdalino o retrofaríngeo). Finalmente, los autores argumentan que la fiebre reumática se ha convertido en un proceso raro en las sociedades occidentales con buen nivel socioeconómico y que, por ello, no es necesario tratar a los niños con estas faringoamigdalitis. No obstante, este razonamiento parece de tipo circular, pues el motivo de que ya no se vean casos de fiebre reumática puede estar relacionado precisamente con el hecho de que sí se estén tratando con antibióticos este tipo de infecciones. Adaptado de Zwart S, Rovers MM, De Melker RA, y cols. BMJ 2003; 327: 1324-7. D.R. Neuspiel, MD, MPH. AAP Grands Rounds (Ed esp). 2004; vol. 2, núm.3: 31-32.