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"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

domingo, 23 de marzo de 2008

Obesidad infantil y falta de sueño.

En la actualidad, aparte de los factores genéticos y ambientales, el principal responsable de la elevada frecuencia de obesidad es el desequilibrio entre el consumo de calorías y el gasto de energía (ejercicio físico). Y en este desequilibrio pueden intervenir otros factores, como es el hecho de dormir poco.

La población infantil es un grupo de población que se considera más vulnerable a las consecuencias de la falta de sueño, ya que ésta puede alterar considerablemente los mecanismos hipotalámicos que regulan el apetito y el gasto de energía.

La breve duración del sueño provoca alteraciones hormonales que se asocian con un aumento del apetito y con la sensación de hambre.

En lo que constituye un círculo vicioso, la falta de sueño produce fatiga y una somnolencia excesiva durante el día. Y se plantea la posibilidad de que sea ese cansancio el que ocasione la reducción de la actividad física, lo cual es, a su vez, un factor que contribuye a la aparición de la obesidad.

La explicación del fenómeno de la falta de sueño en la población pediátrica reside en el cambio de los hábitos, ya que muchos niños y adolescentes se van a dormir más tarde debido a la televisión, los videojuegos, internet y los teléfonos móviles. Por ello, debe inculcarse a los padres la necesidad de establecer un horario fijo para que el niño se vaya a dormir y para despertarse cada día, crear un ambiente relajante en su habitación y asegurarse de que sólo se use la cama para dormir (no para leer, ver la televisión, escuchar música, ...), animar al niño a practicar ejercicio físico (si bien no en las horas antes de ir a dormir) y evitar las cenas copiosas antes de irse a la cama.

Además, algunas medidas que deben inculcarse en el caso de los adolescentes es, por supuesto, no ingerir nicotina, alcohol y drogas, evitar las bebidas con cafeina después del almuerzo, procurar no realizar actividades estimulantes antes de ir a dormir, evitar quedarse toda la noche despierto para estudiar y, el fin de semana, dormir un poco más, pero sin sobrepasar más de dos o tres horas la hora normal en que se levantan habitualmente.

El autor, de la Universidad de Bristol, concluye que es necesario adoptar medidas para prevenir la obesidad, las cuales deberían pasar por fomentar una dieta saludable, animar a realizar ejercicio físico e instaurar patrones de sueño adecuados. Con ello, además, se podrán obtener más beneficios para la salud y para el rendimiento intelectual. Adaptado de Taheri, S. Arch Dis Child 2006; 91(11): 881-884.